Te voy a contar un truco con el que podrás cambiar tu vida. De tan fácil que es parece una broma, pero te prometo que es muy, muy efectivo.
Ordenar. Así dicho resulta sencillo, pero no se trata de poner orden un día, sino de que se convierta en un hábito.
Cuando el orden forma parte de tu vida se convierte en una agradable necesidad, mientras que si es el desorden el que toma el mando resulta una carga. Y no se trata sólo de algo visual, sino también de gestión del tiempo. El orden (bien llevado) nos hace la vida más fácil.
Hace poco, un amigo me contó que en cierto momento de su vida decidió cambiar las cosas y empezó por ordenar su cuarto. «Me dije a mí mismo que iba a dejar de ser un desastre y empecé por mi habitación». Aquello me pareció revelador. ¿Cómo un acto tan sencillo tenía el poder de poner la primera piedra para un cambio de vida?
La razón: poner orden fuera ordena lo de dentro, las ideas y los pensamientos. Y, si no te lo crees, haz la prueba.
Es algo que yo misma he comprobado. Al margen de que me considero una persona ordenada desde pequeña, hay algo que me impide pasar de hacer una cosa a otra diferente si no tengo la primera terminada. Eso también es orden: primero una cosa, luego la otra.
Personalmente, el orden me aporta ligereza, mental y física. Es como vaciar la lista de tareas pendientes para enfocarte en otra cosa teniendo solucionado lo de atrás.
Si quieres mejorar tu plano financiero, ordena; si deseas mejorar tus relaciones, ordena; si anhelas una casa más acogedora, ordena; si buscas cumplir un objetivo, ordena; si necesitas trabajar mejor, ordena… Y así.
No es nada nuevo. Sólo es algo que conviene recordar de vez en cuando porque es revelador.