Silencio para renacer

¿Puede parecer algo sencillo y resultar complicado al mismo tiempo? Desde luego.

El silencio, por ejemplo. Parece fácil encontrar silencio, ¿verdad?. No tienes más que quedarte callado, dejar por un momento aquello que estás haciendo y mantenerte quieto a ver si llega esa ‘nada’.

Si lo intentas, es muy probable que hayas conseguido parar una parte de ti por unos segundos o unos minutos en el mejor de los casos y, sin embargo, tu mente siga activa, enredada en decenas de pensamientos que se enlazan unos con otros de forma continua prácticamente durante todo el día. El ruido de fuera ha cesado, pero no el de dentro. Ya no es tan fácil, ¿cierto?

Como sucede con todo lo nuevo, habrá cierta resistencia a hacerlo. No te rindas.

Verás.

El silencio es uno de los bienes más necesarios hoy en día. Sobre todo en una sociedad hiperactiva que nos exige estar funcionando y haciendo cosas durante casi toda la jornada.

Si te fijas, nuestro día a día es una sucesión de quehaceres constante en la que apenas nos queda tiempo para parar si no es de puro agotamiento y cuando llega la noche muchas veces caemos rendidos sin fuerzas para mucho más que no sea tirarnos en el sofá a ver una película o una serie que anestesie nuestra mente de tanto movimiento.

Acostumbrados a eso, estar en silencio nos resulta un tanto extraño por el simple hecho de que no es algo común en nuestras vidas.

Podríamos decir que hasta nos incomoda el silencio.

A mi me pasa. Cuando llevo muchos días seguidos trabajando y sumida en la rutina diaria de trabajo, hijos, supermercado, casa y demás siento una desconexión muy grande de mí misma. Es como si hubiese activado el piloto automático y actuase como un robot. Por suerte, he aprendido con el tiempo a identificar cuando llego a ese punto y a ponerle remedio.

Así que, cuando eso me pasa, sé que necesito un poco de silencio.

Sentarme sin hacer nada, sin hablar, sin pensar en lo que tengo que hacer y recordarme a mí misma quién soy, qué quiero, cuál es mi esencia y qué es lo que de verdad me gusta hacer, qué me aporta felicidad.

Cuando lo identifico, de forma inmediata empiezo a conectarme de nuevo con mis necesidades, con mi yo interno. Es a partir de entonces cuando vuelvo a darme mi espacio, a hacer las cosas que de verdad me gustan aunque sea un ratito (como leer o cocinar tranquilamente algo que me guste o llamar a una amiga sólo para charlar un rato).

Pero para eso hay que poner intención. Quiero decir, si te dejas llevar es muy probable que no lo consigas por el piloto automático del que te hablaba antes, el que te lleva a hacer cosas constantemente sin pensar más allá.

Te diré algo. Esta acción de parar, buscar el silencio, respirar profundamente y preguntarnos qué necesitamos realmente es un algo que, si lo llevas a cabo de forma constante y consigues que se convierta en un hábito te transformará a un nivel profundo ¿Por qué? Pues porque entrarás en sintonía con tus deseos y anhelos, te devolverá la ilusión y te llevará a hacer un chequeo muy saludable que te dará una pista del camino que estás recorriendo. A partir de ahí ya puedes empezar a entender muchas cosas.

Así que, lo primero, para. Busca el silencio.

Sí, puede que estés pensando que esto que te cuento es similar a meditar. Y lo es, aunque no exactamente. Esto que te estoy proponiendo es más sencillo. A meditar hay que aprender, como a todo en la vida, pero si nunca lo has hecho quizás te resulte más fácil comenzar ‘en pequeñito’.

Quizás te preguntes por qué es tan importante el silencio y aquí va mi respuesta: Todo cambio necesita primero de conciencia. Es decir, tienes que darte cuenta de que verdad lo necesitas y lo quieres hacer y para eso no queda otra que parar y preguntártelo. Te sorprenderá todas las cosas que tienes que decirte a ti mismo.

Así que, si te apetece ponerte manos a la obra, elige un rincón tranquilo en el que te sientas cómodo. Cierra los ojos. Haz tres respiraciones profundas y pon toda tu conciencia en el momento presente. Cuando sientas el silencio y los ruidos que hay a tu alrededor, comienza a preguntarte con toda la paz que puedas quién eres, cuáles son tus pasiones, si crees que has tomado el camino adecuado o si te gustaría cambiar algo en tu vida. Cualquier cuestión que te apetezca plantearte será perfecta también.

Pruébalo y me cuentas.

Te deseo un maravilloso día.

3 comentarios en «Silencio para renacer»

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