Recuerdo aquel cuaderno perfectamente. Era más bien una carpeta que tenía dentro un montón de hojas cuadriculadas, tantas, que apenas cerraba. Estaban todas escritas. Era mi diario de Mafalda, donde escribía lo que me pasaba cada día, lo que sentía, experimentaba… algo íntimo que me daba bastante vergüenza leer pasados un par de años.

Aquel diario pasó a mejor vida. Un día lo encontré y supe que había llegado el momento de deshacerme de él porque ya había hecho su trabajo.

Siempre he sido de escribir y por eso acabé siendo periodista. Ahora, con el paso del tiempo, me doy cuenta de que aquellas hojas que iba llenando con mis pensamientos e inquietudes fueron muy necesarias y, en parte, tienen mucho que ver con quién soy ahora.

Escribir nos completa y, a la vez, nos vacía. Es como sacar de dentro para ponerlo fuera. Nos libera y nos quita peso.

Yo lo escribo todo. Tengo agenda, cuaderno de notas, calendario mensual, notas en el móvil, escribo una columna de opinión todas las semanas, este blog… Lo apunto todo. Me hace experimentar una maravillosa sensación de libertad porque deja espacio en mi mente al ponerlo en papel. Y me hace sentir tan bien… Journaling, lo llaman.

No sé si escribes. Muchas personas no lo hacen porque les da vergüenza poner por escrito lo que les pasa por la cabeza, sus anhelos e ilusiones, sus preocupaciones… Creen que no vale para nada. Sé lo que es porque yo he pasado por eso y me ocurre a veces cuando escribo mi columna de opinión y empiezo a pensar que al día siguiente va a estar expuesta para que lo vea todo el que quiera y eso me produce cierto vértigo.

Con el paso del tiempo me he dado cuenta de lo bien que me hace escribir. Es pura terapia. Pruébalo. Te vas a sorprender. Y te va a gustar. Pero, sobre todo, te va a ayudar mucho.

No hagas caso del miedo a la hoja en blanco. Sólo empieza y déjate llevar. Y si necesitas guía, aquí estoy.

Que tengas un maravilloso sábado.