Todo lo que tenemos habla de nosotros. Todo de lo que nos rodeamos, todo lo que decimos o hacemos. Porque, aunque no lo creamos, estamos comunicando constantemente. Hasta a través de las cosas más sutiles, como los gestos. Incluso cuando nos ponernos colorados estamos contando algo nuestro, aunque sea de forma involuntaria.
Nuestro armario también es un reflejo de una parte nuestra. Esta semana conté en Instagram que me pasé tres horas metida en mi armario con la intención de poner orden antes de que me devorara. Me pareció un trabajo intenso, pero liberador. Necesario.
¿Sabes por qué? porque nuestro vestidor es una especie de agujero negro, una parte muy nuestra en la que guardamos más que ropa. Algo así como un escondite. En él almacenamos nuestro desorden interno porque es un lugar que no solemos enseñar a nadie. Y eso, el estar oculto, nos da cierta licencia para convertirlo en un pequeño refugio.
Nuestro armario también habla de nosotros. Nos muestra si tendemos a acumular, si somos prácticos, ordenados, nostálgicos, caóticos, si tenemos apegos o manías…
Personalmente, cada vez que ordeno el mío me doy cuenta de que es un espacio que tiende al caos en cuanto me despisto. He sido mucho de acumular. No de guardar, sino de acumular, que no es lo mismo. Guardar tiene un sentido más de no tirar, mientras que acumular se refiere más bien a llenar.
Y si hay un espacio en el que acumulamos sin sentido son nuestros armarios y cajones. Metemos, cerramos y listo.
Guardamos y acumulamos muchas veces por apegos. Nos cuesta desprendernos de lo que nos rodea, de las cosas materiales y en ocasiones intentamos llenar con objetos externos un vacío interno. Sin saberlo, claro. O sí. Depende del grado de consciencia de cada uno. Lo que es seguro es que no necesitamos tanto.
Pero ese vacío no se llena nunca con lo de fuera. Simplemente porque ese agujero que sentimos no tiene nada que ver con lo material, aunque en ello encontremos una falsa sensación de refugio.
Y ahora estamos hablando del armario, pero esto mismo se puede extrapolar a otros apegos, como la comida, la bebida, las compras, las personas, las manías…
Así que, ahora que ya te das dado cuenta de que tu armario es un reflejo tuyo (aunque seguramente ya lo sabías, pero no de esta forma), quizás te apetezca cambiarlo y darle otro aire y otro contenido. Otra energía. Aunque a mí también me da pereza ponerme manos a la obra, siempre me resulta liberador ordenar mi ropa.
El contenido de Instagram tuvo su tirón y fueron muchas las personas que revelaron algo interesante: están aprendiendo o quieren aprender a gestionarlo mejor. Buen propósito.
Si te apetece, tienes un podcast sobre esto en ‘Vivir con sentido’, el podcast de Natur&Cosmos, aquí.
Te deseo un maravilloso día