Durante una reciente conversación, salió a colación un asunto de lo más interesante: la necesidad de vernos bien físicamente.

Claro que nuestro aspecto importa, por supuesto, y está directamente relacionado con nuestra autoestima. Mirarnos al espejo y vernos bien, gustarnos, es un chute para la valoración que tenemos sobre nosotros mismos.

Pero lo que centró aquella conversación es que de tanto cultivar nuestro físico, nos hemos polarizado y lo que hemos creado es una sociedad que está más centrada en lo que se ve que en lo que no se ve. Y me explico.

Nos cuesta menos dedicar nuestro tiempo y nuestros recursos a ponernos guapos que a cultivar nuestro interior. Muchas veces preferimos emplear nuestro dinero en un tratamiento estético que en un programa de autocuidado interno. Y está bien, porque cada uno tiene y debe hacer lo que sienta, pero tenemos mucha menos disposición a hacernos cargo de nuestros asuntos internos que de los externos.

¿Por qué? porque lo de dentro no se ve. Y lo de fuera sí. O al menos es así a siempre vista.

Lo que pasa es que normalmente el crecimiento es de dentro hacia fuera y no al revés. Si tú cultivas tu interior, atiendes tus necesidades emocionales, cuidas tu alimentación y tu descanso y tienes interés por tu desarrollo como persona, es indudable que eso se proyectará fuera y tendrá unos resultados mucho mejores que la crema más cara que te puedas imaginar o que el vestido más caro. Esto también se ve a simple vista. Además de los beneficios que trae a nivel personal, de sentirte cada vez mejor con menos cosas.

Ahí está el verdadero cambio.

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Te deseo un día estupendo.