Hace un par de semanas te conté aquí que tienes un don. Da igual que no te lo creas, no importa que no lo hayas descubierto aún. Lo tienes. Y no porque yo lo diga, sino porque es así, al igual que todos nacemos con extremidades, también traemos a esta vida uno o varios dones o talentos.

Los dones, que ya sabes que tiene mucho que ver con algo que se te da bien y que además te gusta y podrías pasar mucho tiempo haciendo sin esperar nada a cambio, guardan una estrecha relación con tu misión de vida.

Tu misión de vida es eso a lo que has venido a hacer a este mundo. Quizás suena un poco etéreo, pero, al igual que tenemos dones, también llevamos en nuestro ADN un cometido que tenemos que desarrollar en este plano físico y que guarda relación con aportar algo a los demás.

Dedica unos minutos a analizar qué es aquello para lo que tienes mano. Quizás sea la cocina, escuchar a los demás, crear cosas con tus propias manos o ver más allá.

Si no tienes ni idea de lo que te hablo, te desvelo una herramienta que te ayudará a comprenderlo. El Ikigai.

El Ikigai es un concepto japonés que significa algo parecido a ‘la razón de ser’. En Japón, tener un Ikigai claro y definido le da verdadero sentido a la vida.

El Ikigai es una figura en la que se hace una superposición de círculos con información que tiene que ver con aquello en lo que somos buenos, lo que nos gusta hacer, lo que el mundo necesita y con aquello por lo que te pagaría la gente. Justo en el centro de los cuatro, que también tienen cosas en común, está el Ikigai.