(Historias humanas IV). Yolanda Murcia o el poder de la vida consciente

Huye de las etiquetas para definirse porque, al final, no dicen tanto de ella. Yolanda es el alma de Ymumo y su afán es aprender sobre la vida. Empezó estudiando Magisterio y Psicopedagogía, pero aquello sólo fue el principio de muchos otros aprendizajes que le han llevado a ser lo que es ahora: diseño gráfico, fotografía, yoga, meditación o educación ambiental. Pero quizás uno de los rasgos más característicos de esta valenciana es su sensibilidad, algo que se percibe con claridad en su cuenta de Instagram.

“Me siento muy conectada a la naturaleza porque pienso que es un regalo en sí misma, pero para eso hay que pararse a observar y ser sensible a sus sutilezas, que suceden a cada momento”, señala. Su particular forma de percibir el entorno fue lo que le llevó a construir su propio estilo de vida: uno más slow y minimalista a todos los niveles. Ese cambio vital vino de la mano de la salud, uno de los puntos que lleva a muchas personas a su particular ‘despertar’.

“Desde niña he sido una persona con bastantes problemas de salud, lo que me llevó a buscar respuestas en terapias alternativas como el desarrollo personal, el reiki, la aromaterapia o el yoga. Para ella, estamos “tremendamente desconectados de la vida y de lo que es realmente importante, demasiado ocupados mirando pantallas y con la prisa como compañera de viaje”. Y es que Yolanda es una defensora de la vida consciente, de lo que ella llama “desacelerar y minimizar”, un concepto que entraña mucho más de lo que puede parecer a simple vista.

“Tiene que ver con bajar el ritmo del ‘hacer’ constante porque cuerpo y mente en ese estado no pueden sobrevivir mucho tiempo, pero también con vivir en el presente: enfocarnos en la tarea que estemos haciendo y en la persona con la que estemos, con atención plena y todos nuestros sentidos”. Y un alegato fundamental: “Se nos olvida que tenemos una herramienta a nuestra disposición 24/7 para anclarnos en el aquí y ahora: la respiración”.

Crear espacios de silencio, de descanso y de ritual o disponer de tiempo para nosotros en el que podamos hacer cosas que nos gusten son también claves para llevar una vida consciente.

En concreto, el descanso se ha convertido para Yolanda en “un acto revolucionario y antisistema”. Y asegura que intentarlo, aunque suponga ir a contracorriente, merece la pena. Y también el minimalismo: vivir con menos, dejar de acumular y consumir desde el respeto hacia elplaneta. “Se alinea perfectamente con mi manera de ver el mundo”, explica. Sin olvidar “agradecer y valorar las pequeñas cosas”. Todo esto es el amalgama de lo que representa la vida consciente para Yolanda.

Una ‘receta’ que necesita con urgencia el mundo actual, “un modelo terriblemente injusto con mucha gente viviendo una vida imperfectamente consciente (no caigamos en la trampa de querer hacerlo todo bien y pensar que si no lo hacemos perfecto no hacemos nada)”. Yolanda apuesta por provocar grietas en el sistema para contribuir a un cambio con nuestro estilo de vida porque “ha llegado el momento de la revolución consciente”.

El yoga y la meditación son herramientas en su día a día. El primero le ayudó mucho para reconectar con ella misma y soltar emociones enquistadas y aquello le llevó a formarse como profesora de yoga y meditación y a ir adaptando la práctica escuchando a su cuerpo y a no forzarlo. «Me ha enseñado autocompasión porque me permite escuchar al cuerpo y no al ego y la escucha es la llave que abre la puerta de nuestro mundo interior».

Yolanda es una defensora de la naturaleza como una forma de conectar con nuestro interior. «Es bastante triste que vivamos como si la naturaleza no tuviera nada que ver con nosotros, sino que pensamos que es algo que sucede fuera». Y plantea varias formas de hacerlo: pasear en silencio por un bosque entregándose a la contemplación, tener plantas en casa, un baño de bosque, tomar infusiones o usar aceites esenciales. «Son cosas que me conectan con el mundo natural, pero también leer libros y artículos y mantenerme curiosa y aprender sobre las estaciones, los árboles, los animales… Todo muy slow porque la naturaleza no entiende de prisas.

Y tiene claro lo que le llena de energía. «Las cosas sencillas, el amor que soy y recibo de mis gatas, encender velas, inciensos, mis minerales, mis cartas oráculo, las rutinas de autocuidado, practicar yoga, una conversación sincera y agradable…»

Un día se dio cuenta de que estaba ‘despertando’, aunque siempre fue una persona muy espiritual. «No es algo que ocurre un día y ya, sino un proceso en el que se van abriendo puertas a distintos niveles de conciencia cada vez más elevados y que puede durar toda una vida.

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