Cuánto nos enseñan nuestras emociones si sabemos escucharlas.
Lo cierto es que no es sencillo hacerles frente porque nos suelen mostrar nuestro lado oscuro, ese que no nos gusta. Pero ahí está nuestro crecimiento, en ver qué partes de nosotros tenemos pendientes de trabajar, ser conscientes de ello y ponernos manos a la obra.
Lo que pasa es que la mayoría de las veces lo que hacemos es justamente lo contrario. Ocultar esas reacciones que nos muestran esa parte ‘fea’ nuestra. No nos gusta y, claro, lo más fácil es meterlo debajo de la alfombra y hacer como si nada. Y es lo más fácil porque no tenemos que hacer nada. Pero sin trabajo no hay crecimiento. Nada va a cambiar si seguimos mirando para otro lado y las emociones seguirán haciéndonos sufrir si no las abordamos.
A mi me ayuda mucho entender el concepto de emoción para poder comprenderla. Una emoción es una sensación física generada por un estímulo (que puede ser interno o externo) a lo que se suma la acción de la mente, que le da un sentido a esa emoción y le pone un nombre. Esto genera una respuesta química y psicológica que conlleva una descarga de energía.
Lo cierto es que, cuanto más vocabulario tienes, más sientes y cuanto más autoconocimiento tengamos de nosotros mismos, más vamos a sentir. Esto es importante tenerlo en cuenta.
Según la medicina ayurveda, cuya perspectiva a mi me encanta, hay cuatro emociones básicas: Gozo, enfado, miedo y tristeza. Todas las demás derivan de estos cuatro pilares. No las hay buenas o malas. Las hay oscuras o destructivas y luminosas o constructivas. Nuestro poder está en identificarlas y convertir las destructivas en constructivas.
En el tema de las emociones es clave trabajar aspectos profundos como las creencias. Desde bien pequeños nos enseñan que no debemos sentir enfado o tristeza y nos educan buena parte de nuestra vida con el miedo como herramienta. Aquí está la raíz del trabajo de autoconocimiento que hay que hacer con las emociones. No pasa nada por mostrar nuestras emociones y, de hecho, es crucial sacarlas y escuchar lo que tienen que decirnos. Enfadarse, estar triste o tener miedo es perfectamente normal, lo importante es no dejar que nos dominen y para eso hay que hacer primero un trabajo de conciencia.
Pregúntate algo: ¿Cuál es la primera emoción que surge en mí cuando hay algún inconveniente? La respuesta te dará una idea clarade cual es tu emoción predominante.
Si hay mucho enfado, un consejo para desactivarlo es mostrarlo, siendo claro y objetivo exprensando qué pasó, cómo fue creciendo, por qué es importante para ti y buscar una solución en conjunto. Respirar también es fundamental
El miedo, por ejemplo, surge cuando no sabemos lo que pasará y ese no saber nos domina. Está muy relacionado con el futuro. El estrés es miedo. ¿Antídotos contra el miedo? Unidad (recordar que no estoy solo), cultivar la espiritualidad (confiar en lo divino, en algo más grande que tú) y aceptarte (no esperar a que nadie te quiera).
Otra clave contra el miedo: Esta emoción como maestra nos deja clara nuestra vulnerabilidad y no hay ser más fuerte que aquel que reconoce su fragilidad.
La tristeza se genera cuando algo tiene que irse y no le dejamos porque estamos demasiado apegados, pero tiene una liberación que no tienen la demás emociones: las lágrimas.
Y como clave final, Ayurveda tiene una perspectiva maravillosa sobre las emociones relacionadas con la química corporal y lo que le damos a nuestro cuerpo, pero esto lo dejo para otro post. Estoy segura de que te resultará muy interesante.
Te deseo un día incríblemente bonito.