Creo que este es uno de los grandes temas de la sociedad actual. No el tiempo en sí, si no la gestión del mismo. Vivimos en un mundo en el que nos vemos obligados a hacer cosas constantemente y en el que, precisamente eso, la hiperproductividad, es lo que nos da valor. O eso creemos.
Tenemos que trabajar, llevar una casa, atender a nuestros hijos, estar pendientes del resto de la familia, sacar algo de tiempo para nosotros mismos, tener cierta vida social…Un montón de cosas que nos vemos ‘obligados’ a hacer para sentir que lo estamos haciendo bien. Un ejemplo de que vivimos más centrados en el hacer que en el ‘ser’.
Pero el día tiene 24 horas, nos guste o no, y ese es el tiempo del que disponemos para hacer lo que consideremos oportuno. Ni un minuto más. La gestión del tiempo pasa por entender que el tiempo es limitado, aunque muchas veces vivamos sin tenerlo en cuenta.
Lo cierto es que muchas veces el día se nos queda corto para completar la lista de tareas pendientes que nosotros mismos nos marcamos. Y es normal porque esas listas nuestras son completamente imposibles.
Al no llegar a completarla, acabamos con una desagradable sensación de dejar las cosas sin hacer o sin completar. Pero volvemos a lo mismo: la mayoría de las veces nuestras intenciones son poco realistas porque no tenemos en cuenta que no hay tiempo suficiente para hacer todas esas cosas que tenemos en la cabeza.
Y te puedes comprar una agenda, hacerte un excel, planificarte la jornada con una aplicación o consultar con un especialista en la gestión del tiempo. Y seguramente eso te ayudará, pero en las profundidades de esa eterna sensación de no tener tiempo suficiente hay un asunto clave: nuestras propias creencias.
Esa sensación de urgencia con la que vivimos habitualmente tiene mucho que ver con nosotros mismos y con dejarnos llevar por el ambiente general. Por eso es algo muy común que le pasa a la mayoría de la gente.
Nuestras creencias, prejuicios y traumas tienen mucho que decirnos. ¿Te sientes mala ama de casa si no la tienes limpia y recogida? ¿te produce malestar no dedicarle todo tu tiempo libre a tus hijos o no hacer más en el trabajo? Por el contrario, ¿te sientes bien cuando has conseguido hacer todo lo que tenías pensado para ese día?
Muchas de esas preguntas (y, sobre todo, las respuestas a las mismas) están condicionadas por nuestras creencias sobre determinados temas, entre ellos el merecimiento. Quizás no hayamos aprendido a poner límites, a decir ‘no’ o a priorizarnos.
Por eso, lo primero que tenemos que trabajar son nuestras creencias, tomar consciencia de ellas y, una vez hecho ese paso, ponernos manos a la obra y hacer una organización coherente de nuestro tiempo. Esto pasa por priorizar. Seguramente tu listado de quehaceres no es realista si tienes esa sensación constante de no llegar a todo. Adaptalo a las 24 horas que tiene el día.
Priorizar es una labor fundamental para llevar una vida consciente. Es importante darnos cuenta de que no podemos llegar a todo si nuestras expectativas son demasiado altas, así que empieza por rebajarlas.
Para priorizar, es interesante hacer un listado (mental o por escrito) de las tareas que quieres hacer en un día y, junto a ellas, apuntar la palabra importante o urgente. Esto para por ti y tu capacidad de diferenciar lo que es urgente o importante. Por ejemplo, pasar un rato conversado con tus hijos puede no ser urgente para ti, pero sí importante; mientras que hacer una llamada de trabajo puede resultarte urgente pero no importante.
Prioriza lo importante antes que lo urgente. Lo urgente conviene gestionarlo cuando antes para que no te ocupe más espacio en tu día a día. No le dediques demasiado tiempo si no es importante para ti.
Perdemos mucho tiempo por no organizarnos bien, de ahí que la gestión del tiempo sea uno de los pilares a trabajar para aumentar nuestro bienestar. Haz una lista realista, llévala a cabo priorizando lo importante antes que lo urgente, aprovecha los ratos muertos para quitarte asuntos pendientes de encima y no te olvides de dejar ratitos de descanso para que no te agotes y puedas pensar con claridad.
Y, también, cultiva el ‘aquí y ahora‘ porque es en este momento en el que de verdad podemos hacer eso que realmente nos importa. Ni ayer, ni mañana. Sólo hoy.
Que pases un día maravilloso.