Soy más de sentir que de ver. Y lo que siento últimamente es que hay mucha gente con el corazón triste. Quizás no sea algo que se vea a simple vista porque si nos guiamos por las pistas externas casi todo nos parece más o menos normal. Me refiero a lo de dentro. Cuando hablas con la gente de cosas más profundas, dejando lo superficial a un lado, hay un poso de tristeza. Y no digo que sea lo más común ni que le pase a todo el mundo. Digo que hay tristeza en muchos corazones. O eso me parece a mí.
Y yo, que cuando un tema ‘me llega’ necesito indagar en él para encontrarle cierto sentido, he llegado a la conclusión de que a este mundo le falta amor, está necesitado de abrazos y sobrado de otras muchas cosas menos importantes.
Y bien, la gran pregunta: ¿Como puedes alegrar tu corazón?
Lo primero, encuentra tu misión de vida, un por qué estás aquí y para qué. Los japoneses lo llaman Ikigai, otros lo llaman Dharma y tendrá otros nombres, pero lo cierto es que es un objetivo vital. Hablamos de su importancia aquí, ¿lo recuerdas? Pues eso, busca tu misión de vida. Pon claridad en lo que has venido a aportar al mundo para darle más sentido a tu vida. Encontrar tu misión de vida te generará menos problemas a ti y a los demás. Para mí la misión de vida es un asunto clave. El estrés, por ejemplo, nos recuerda que nos alejamos de nuestro dharma, porque cuando vives enfocado en él, esa sensación desagradable no existe aunque sigas haciendo muchas cosas.
Siempre guíate por la coherencia, ese hilo invisible que conecta lo que piensas, lo que dices y lo que haces y aporta a las tres una continuidad en la misma línea. Vivir sin coherencia nos acaba enfermando, llenando de ansiedad y nos lleva a existir ‘en pequeño’.
Valentía o valor para decidir lo que urge y lo que no en tu vida, lo que es importante y lo que puede esperar, lo que es coherente y lo que te resulta ilógico, qué personas sí y cuáles no, qué asuntos estás dispuesto a tolerar y a cuáles dar carpetazo…
Altruísmo. Ayudar a los demás porque sí, sin esperar nada a cambio, nos alegra el corazón, porque sentimos que estamos aportando al mundo, a lo que es de todos, y que nuestra ayuda hace bien a alguien. Eso suma y nos suma.
Dale espacio al conocimiento. Aprende cosas nuevas, sumérgete en los temas que te interesen. Lee, estudia, amplía lo que ya sabes para hacer llegar ese conocimiento a más gente. Estamos en la era del conocimiento y aplicarnos en esto va a ser clave.
Y siempre, siempre, permítete equivocarte. Muchas veces somos nuestro peor enemigo y no nos dejamos en paz. En esta sociedad no está bien visto equivocarse, pero eso nos ayuda a crecer, nos presenta la oportunidad de aprender para no volver a cometer los mismos errores y, eso es muy valioso. Cambia tu perspectiva de las cosas para tomarte los errores como algo no tan malo. Todos nos equivocamos y no pasa nada pero sobre todo, nos pueden traer cosas buenas. Veámoslo por ese lado.
Te deseo una semana maravillosa.