Todos tenemos miedos. Todos. El miedo siempre está ahí, pero hay que aprender a entenderlo. Entenderlo para aceptarlo. Porque, ¿sabes una cosa? el miedo nos ayuda a crecer y es una parte clave de nuestra evolución. Vencer nuestros miedos.
Queralt Castellet es una medallista olímpica de snowboard y la española que más alto ha subido al podio de unos Juegos Olímpicos de Invierno. Para ella, que tiene una increíble historia de superación a sus espaldas, sentir miedo es el aviso de que todo está en orden. Castellet asegura que el miedo nunca le abandona. «Cada caída puede significar una lesión. El miedo significa que estás haciendo algo de mucho riesgo. De hecho, si no siento miedo, sé que algo va mal», explica.
Pues sí. El miedo es una de las emociones más humanas que existen. Es normal tener miedo. Lo malo es cuando vives atenazado por él, cuando lo sufres y no lo reconoces ni lo integras en tu vida.
Conozco a mucha gente que vive muerta de miedo. Y la mayoría por cosas que no han sucedido y que posible que no ocurran nunca. Pero da igual. El miedo les impide disfrutar de la vida en todo su esplendor porque viven más pensando en él que aceptando que pueden pasar cosas y que muchas de ellas no están en su mano.
Hay dos tipos de miedo. El miedo inútil y el miedo positivo. El primero es el que no sirve para nada, salvo para complicarnos la vida. El miedo, en sí mismo, es falta de confianza. En ti, en la vida, en el universo mismo. Es estar seguro de que esto que tememos va a pasar. De que cuando alguien nos llama desde un número desconocido es para darnos una mala noticia y no para decirnos que hemos ganado un súper premio.
El otro miedo es el ‘bueno’. El que sabemos que duele pero que estamos dispuestos a atravesar porque sabemos que lo mejor está después de él. El crecimiento, la superación personal, lo auténtico y maravilloso de la vida, lo que de verdad merece la pena está después del miedo, del temor, de las inseguridades. Después, no antes. Es decir, tienes que pasar por ellos para darte el festín.
Porque, tú me dirás. Prefieres quedarte en ese trabajo que ni siquiera te gusta porque dejarlo y quedarte sin la seguridad de tener un sueldo todos los meses da miedo ¿A que sí? No empiezas a hacer eso que te gusta porque levantarte antes y quedarte sin unas horas de sueño también duele, y por lo mismo sigues con la misma pareja por la que sientes más bien amistad que amor porque quedarte solo te da pánico.
Y, sí, todos estos ejemplos son cosas cotidianas de lo más normal. No hay nada raro. Lo que pasa es que en todos ellos es el miedo el que gana la partida y así nos pasamos la vida, evitando el dolor.
Pero es lo que te cuento, que el dolor nos ayuda a pasar de pantalla porque supone superarlo (no eliminarlo, ojo, porque miedo siempre vamos a tener). Y en tu mano está si eliges el ‘bueno’ o el ‘malo’. Porque podemos tener miedo a las cosas más variopintas. Hasta podemos temer al éxito y a que todo nos vaya bien.
Tú, ¿con qué miedo te quedas, con el que te hace crecer o con el que te empequeñece?. Elígelo bien.
Que tengas un día increíble
Q interesante y que bien expuesto Ana, me encanta tu blog