Los hábitos nos construyen, nos forman como personas.
Somos los que comemos (aunque más bien somos lo que digerimos y no todos tenemos la misma capacidad), pero también nuestras palabras nos forman, nuestras costumbres, lo que vemos y oímos y hasta con quién nos relacionamos.
Al final, somos un conjunto de pequeñas cosas.
Por eso, nuestros hábitos son de vital importancia. Así de contundente.
Por eso, te propongo diez hábitos sencillos que te transformarán para bien. Algunos de ellos los explico de forma más amplia en mi ebook (que puedes descargarte de forma gratuita aquí)
- Descansa, duerme bien. Sí, a veces la vida se parece demasiado a una maratón a contrarrreloj, pero procura no tomártela así. Busca tus ratos de descanso y de no hacer nada. Sientate unos minutos, aunque tengas muchas cosas que hacer. Recuerda, tú eres lo más importante. Y (fundamental) sigue en la medida de lo posible los ritmos circadianos, es decir, duerme de noche y vive de día. Ajústate lo máximo posible a los ritmos de la naturaleza. Si te cuesta dormir bien, puedes escribirme y te ayudaré a crear una rutina de noche para que descanses de verdad. ¿Que puedes dormir seis horas y ‘estar bien’ a base de cafés? Sí, pero eso no tiene nada que ver con el descanso.
- Mantente en contacto con la naturaleza y toma el sol (sin excesos). En la naturaleza hay una energía especial y podemos contagiarnos de ella. Caminar por el bosque, por una playa o sentarte rodeado de plantas te proporciona un chute de vitalidad y armonía. Hay muchísimos estudios sobre la importancia de vivir conectados a la naturaleza que destacan sus efectos positivos sobre nuestra salud. El sol es una fuente de vitamina D y está ahí mismo. Deja que tu cuerpo absorba ese elemento esencial para nuestra salud y nuestro estado de ánimo. Eso sí, sé prudente.
- Mueve tu cuerpo. Es esencial. Haz ejercicio y busca uno que se adapte a ti. No tienes que correr porque lo haga mucha gente. Tampoco hace falta que lo trabajes hasta la extenuación. Múevelo de forma habitual. Lo importante es mover tu cuerpo para que se mueva tu digestión, para sudar y expulsar lo que tu cuerpo no necesita… Los beneficios son muchos, ya lo sabes.
- Cuida con quién te relacionas. Sé selectivo con las personas que dejas entrar en tu vida. También ellas condicionan tu bienestar porque lo que te transmiten acabarán formando parte de tu propio ser. Si tienes cerca a alguien que sabes que no te hace bien, apártalo para seguir evolucionando.
- Aparta los tóxicos. En todos los sentidos. Come natural, pero también rodéate de cosas que tengan que ver con la naturaleza. Usa menos productos con tóxicos en casa y también en tu autocuidado. Los cosméticos están plagados de sustancias que no nos hacen bien. Sé selectivo con tu jabón, con tu crema… con todo. Esto, entre otros beneficios, aliviará el trabajo de tu hígado, que tiene que hacer un sobreesfuerzo para limpiar hasta el esmalte que usamos en nuestras uñas. Libéralo de tanto trabajo.
- Medita. Esta práctica es de lo más sencillo y relajante que puedes hacer. Siéntate, cierra los ojos y respira profundo. Percátate de los sonidos de tu alrededor y céntrate en el aquí y ahora. Luego irás profundizando, pero de momento podrás bajar revoluciones. Es esencial para reconectar. Se trata de cultivar tu paz interior.
- Prioriza. Lo hablaba el otro día con unos amigos. En la vida hay que priorizar porque, de lo contrario, nos arrollan los quehaceres. Piensa cuáles son las tres cosas más importantes de tu vida y vive en función de esa elección. Sin excusas. Si no priorizas, te pierdes en el día a día. Vivir con ‘foco’ nos hace la vida más sencilla.
- Agradece. Pocas cosas nos hacen tanto bien con tan poco. Agradece al levantarte por tener la oportunidad de vivir otro día, al recibir una sonrisa sincera de alguien, al comerte un plato rico, al ver cómo crecen tus plantas, al recibir un beso de una persona a la que quieres. Sé agradecido, eso cambiará tu actitud de forma profunda.
- Cultiva el minimalismo. Es mucho más fácil vivir entre menos. Y no sólo digo entre menos objetos materiales, que también, sino entre menos gente, entre menos tareas pendientes, entre menos pensamientos incómodos… Imagínate. Es como cuando tienes el armario repleto de ropa y no sabes qué ponerte. Si en ese armario sólo hubiera un modelo no habría nada que pensar. Más fácil, imposible.
- Aprende cosas nuevas. Te dará nuevas perspectivas sobre las cosas y abrirá tu mente a otras realidades y formas de expresión. Cultiva tus hobbies, dales un espacio, sé curios@ con lo que te rodea. Además, aprender sobre aquello que te gusta te inyectará una buena dosis de ilusión.